
Mis suspiros sólo podrían brotar aire negro. Ya que cada vez que aspiro desde fuera lo único que llega a entrar son brisas quemadas por la falta de prudencia que cometemos día a día. Sólo podría llegar a estornudar cada vez que abro los ojos porque mirando bien esta vida alérgica me pasaría horas y horas intentando entender por qué por aquí ya no pasa ninguna mariposa. De ésas que aleteaban por delante de mi casa, de ésas que me contaban cómo se podía mirar hacia delante sin que nada ni nadie te espantara. De ésas que te enseñaban el valor de ser pequeño en el mundo, pero grande para alguien. Cada vez que intento convencerme de que las montañas rusas no están hechas para tragártelas ese humo vuelve y se convierte adversario. Ingieres almas muertas del diablo, o eso te parece. Dramatizas todo, o eso es lo que parece. Eres feliz, o eso te parecía. Cúpulas de corazones en sangre, ríos de hielo cuajado, pulmones saturados de virus, canciones lacrimosas vuelven a aparecer. Nada es lo mismo de antes.