Quizá sea porque jugamos a ser niños otra vez; porque con nosotros está Júpiter alineado; porque quizá somos de la misma manera diferente... Yo creo que es porque consigues que yo consiga todo, porque hago que te olvides de tus malos días incluso de problemas. Creo que soñamos cómo sería todo esto de la manera en la que nosotros lo controláramos. Éste es mi juego. Atrévete tú también a sentirte Especial.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LA VIDA.


La vida es… la vida es… la vida es inexplicable, la vida es sorprendente y misteriosa, la vida es pura incoherencia. No es sistemático y no es abstracto, es algo nuevo para cada persona y es algo no identificado como objetivo. Es tremendamente maravillosa y es inimaginablemente desgraciada. La vida, sospechosa y víctima, pacifista y violenta, superdotada e ignorante, adorable y cruel, autosuficiente y seca. En definitiva: bella y monstruosa.
¡Cómo puede cambiar la vida en distintos puntos geográficos! ¿Cómo podemos ser tan ingenuos? Mucha gente se dedica a hacer nada por que este mundo funcionara como se merece mientras que el materialismo y la ambición están acabando con él. Sería muy bonito si todos nos pusiéramos de acuerdo y tratáramos de solucionar de una vez por todas las diferencias tan abismales que nos han separado siempre por culpa de los conocedores y los más culpables. Sería bonito poder hablar de una vez en presente y no en condicional. Pero creo que lo mejor en este momento para que esto acabe sucediendo, sería que alguien tomara realmente cartas en el asunto y hablara en imperativo. Así, podríamos utilizar conjuntos de verbos tan especiales como “vivir amando”.

jueves, 20 de agosto de 2009

Las dos caras de una misma moneda



-No dejes de hacer el masaje. Raúl, vete a avisar al encargado de transplantes, hay un posible donante. No pares, sigue haciéndole el masaje ¡no podemos dejar que el corazón deje de bombear…!

Simón era un joven de 21 años, con una vida aparentemente controlada, una vida sana y feliz. Estaba en su 3. año de carrera, estaba estudiando derecho, y es ahí donde conoció y se enamoró de José, una chica de su edad, a la que le interesaban las mismas cosas que a él. Él la quería con locura, la amaba con todas sus fuerzas porque en ella creía que había encontrado lo mejor de su vida. Llevaban 2 años y 2 meses de relación estable, con sus altibajos y sus momentos mágicos.

-¡Oh, Dios! ¿Dónde está Simón? ¿Qué le ha pasado? ¡Quiero verlo ya!

José estaba preocupada por saber el estado de su novio, no podía ni imaginarse que lo peor que podía pasar por el momento estaba a punto de suceder. Simón había fallecido en ese mismo instante, un infarto cerebral había interrumpido el sueño de ambos. Cuando la noticia llegó a su familia, pocos minutos después, una sensación de debilidad, rabia y tristeza pasó por sus corazones, dejándolos en blanco y sin saber cómo controlar el ataque de histeria que les había invadido.

-Sentimos mucho lo que ha pasado, no hemos podido hacer nada para evitarlo. Queríamos hablar con ustedes. Verán, el corazón de su hijo podría servir para salvar la vida de alguien. Sabemos que estos momentos son muy duros para ustedes, sabemos que no pueden pensar en otra cosa ahora mismo, pero comprendan que nuestro trabajo es salvar vidas, y que tenemos que intentarlo. Ustedes piénsenlo y por favor, si deciden donar, firmen esta hoja cuanto antes para que el corazón de Simón pueda salvar una vida.

________________________________

Pi, pi, pi, pi… El busca de Alberto sonaba de debajo de la almohada. Sonaba tímido, pero esperanzadamente. La puerta del baño se abrió con decisión y un joven pálido y delgado apareció. Fue desesperadamente hacia el aparato, parecía que aún pasando cualquier catástrofe, Alberto haría lo que fuera por seguir el pitido. Una vez alcanzado su preciado tesoro, confirmó que lo que para él era un mito existía en realidad. Un nuevo corazón le esperaba, y la esperanza de una nueva vida llenaba sus pensamientos por fin.

En menos de 10 minutos ya estaba en el hospital. Cogió un taxi, ya que el médico le prohibió conducir, pero eso ya podría cambiar. Con la bata puesta, se sometió a una rápida prueba para confirmar que ese corazón le era compatible.

-(… )¿Mamá? (…) Sí… soy yo, Alberto. Tengo una buena noticia: Mamá, van a acabar los sufrimientos. ¡Me van a poner un nuevo corazón! (…) Mamá, te lo digo de verdad. (…)Mamá, no llores… (…) tranquila (…) mamá, vamos a ser felices ¡por fin! (…) Sí, tranquila, cuando puedas. Ahora me meten en quirófano. (…) Gracias. Hasta luego. Te quiero.

La operación salió muy bien y Alberto se encontraba con los efectos de la anestesia cuando su madre llegó. Estaba en la sala de espera esperando a que los médicos le dieran permiso para poder ver a su hijo. Al lado suyo se encontraba una joven muy guapa, morena y con ojos verdes que estaba llorando. La madre de Alberto se presentó y le prestó algunos consejos. Ella se llamaba José, y acababa de perder a su novio.

Estuvieron un tiempo hablando y compartiendo ideas. Parece que José estaba un poco más animada cuando Josefa pudo visitar a su hijo.

Así son, las dos caras de la moneda: La vida y la muerte.

________________________________________

-Mamá, ¿me acompañas a comprarme unas zapatillas para el basket? El médico me ha dicho que ya puedo hacer deporte.

Habían pasado 2 meses y medio desde la intervención de Alberto, y se sentía con fuerzas, animado y lleno de vitalidad. Podía hacer vida normal, pero de momento tenía que evitar hacer muchos esfuerzos, el deporte le estaba recomendado, aunque poco a poco. Pero eran tales las ganas de Alberto por volver a disfrutar de la vida, que ansiaba hacer lo que desde hacía tiempo era incapaz de hacer. Iban por el centro madre e hijo cuando a Josefa le pareció ver a alguien conocido.

-¿José? ¿Qué tal estás, mi vida?

Josefa y José empezaron a entablar una conversación en la que Alberto se veía excluido. A él le pareció una chica encantadora. Algo sintió nada más verla, algo que no dejaba a Alberto dejar de mirarle fijamente.

-Oh, mira, qué tonta… Éste es mi hijo, todo salió fantástico finalmente, gracias a Dios.

José y Alberto se dieron los besos protocolarios. En ese momento hubo una especie de magia entre los dos, la alegría y la tristeza se encontraron cara a cara, la impotencia y la esperanza. 5 minutos después de conversar amenamente, cada uno tiró por su camino. Una vez llegado a casa, Alberto no podía dejar de sonreír, aún más si cabe. No podía dejar de pensar en José, esa sonrisa tan bonita, esos ojos tan mágicos, su dulzura al hablar… No podía creer cómo había pasado aquello. Nunca había tenido esa sensación con alguien que apenas conocía. Sólo podía pensar en cómo volver a verla.

Mientras tanto, José seguía destrozada en su casa, viendo fotos de Simón, viendo vídeos con su amado y repasando de cabeza los momentos más especiales vividos con él.

Después de haber estado una semana embobado, Alberto decidió dar un paso de valentía. Él tenía esperanzas en su nueva vida, y ¿por qué no ser impulsivo por una vez?

Se armó de valor y buscó en todas las guías el número de José. Su madre sabía el apellido y tenía alguna información de la joven que pudo servirle para su búsqueda.

Una vez encontrado el número, la llamó. Sólo quería tomar un café con ella, y ella no tenía ganas de nada, pero aún así, no sabe por qué lo hizo, pero la convenció.

Estuvieron 3 horas charlando y haciendo bromas. Alberto era un hombre nuevo, con ganas de vivir y ayudar. José estaba irreconociblemente alegre, aunque triste en algunos momentos. Alberto no paraba de gastarle bromas e intentar animarla. Habían congeniado, Alberto se sentía muy bien con ella y a ella le recordaba a los grandes momentos vividos con Simón, era por eso también, esa especie de familiaridad que sentía cuando estaba con Alberto la que le hizo sonreír después de unos largos 4 meses. Después del café Alberto la acompañó a casa y quedaron en volver a verse. Habían pasado una muy buena tarde y había conseguido que José desconectara.

Así, pues, Alberto y José se fueron haciendo grandes amigos y confidentes. Poco a poco José iba dejando atrás su pasado, pero no olvidando. Era obvio el feeling que había entre ambos, pero ninguno de los dos se decidía a dar el paso. No querían estropear aquello tan bonito que había surgido de repente y mágicamente. Alberto estaba muy contento y José estaba encantada. Se acordaba de los momentos en los que había pensado que nunca más podría volver a sonreír. Simón era un hombre tan maravilloso y único, que no sabía que podría llegar a conocer a alguien con un corazón tan grande como Alberto. Él también ocupaba un sitio en su corazón y su mente, y era la única persona que le hacía sentirse especial y no desgraciada. Nadie sabe cómo, nadie sabe por qué, pero la magia entre ambos era tan especial, que parecía que nadie ni nada les impediría ser felices, sólo estaban ellos en el mundo, se tenían a ambos para animarse y arroparse. Dos grandes amigos unidos por las chispas de la vida.

Nunca pudieron darse cuenta de por qué esa familiaridad, por qué tanta complicidad nada más conocerse… El ser humano es muy complejo, pero tiene algo verdaderamente sencillo a la vez. Cuando alguien ama con fuerza, ama hasta la muerte, a no ser que ese amor muera antes. El alma de Simón seguía viva, viva dentro de Alberto, y no se rindió hasta tener a su verdadero amor otra vez con él. Sólo un corazón tan grande sería capaz de no rendirse ante la muerte e intentar que la mujer de su vida acabe sus días enterrada en la amargura. El amor entre Simón y José era tal, que ante cualquier obstáculo podría sobrevivir. En este caso el obstáculo que le había deparado el destino no había sido menos que la muerte, pero sus sentimientos resistieron valientemente.


Un amor tan intenso no se apaga fácilmente, un amor tan intenso sobrevive y lucha hasta lo imposible, y al final, cuando acaba venciendo, nos da una lección de vida tan importante. No sólo la vitalidad nos acerca a las personas amadas, debemos querer y estar preparados a que nos quieran, porque cada una de las personas del planeta encontrará su pedazo de felicidad en el camino, y debemos saber aprovecharlo. La suerte no pasa muchas veces por nuestra puerta, y aún buscándola nosotros, no siempre la conseguimos. Así que no podemos quedarnos de brazos cruzados y ver qué pasa. Debemos luchar por lo que queremos y muchas veces ser valientes. Nadie va a ser felices por nosotros, así que no nos hundamos en el silencio y la desesperación porque algo no salga como habíamos planeado, sino que aprender de nuestros errores, evolucionar como personas para poder regalar grandes momentos a ese alguien que merece tenernos a su lado. El amor puede con todo, hasta con la poderosa muerte, así que debemos saber controlarlo, no vaya a ser que él mismo nos acabe destruyendo.

Nada es para siempre...


Nos damos cuenta de lo que somos cuando no lo somos. Cuando vemos que se está acercando el final apreciamos lo que nunca habíamos llegado a apreciar en la medida que se merecía. Cuando vemos que lo que tenemos y lo que vivimos se está acabando, entonces es cuando realmente somos conocedores de lo que cuesta conseguir eso, conseguirlo y mantenerlo. Nunca estuve tan de acuerdo con esta frase, "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". La llama de la vida puede irse agotando, y nosotros sólo somos capaces de preocuparnos por cosas minúsculas e insignificantes al lado del océano negro que tenemos a la esquina. Nunca sentiste tan cerca el lado oscuro, nunca sentiste tan cerca la nada, nunca sentiste tan cerca que tu vida se está agotando. ¿Es necesario saber que te queda poco por preocuparte por la vida? ¿Es realmente necesario?
Sin embargo, sentimos en situaciones como ésta que la vida puede superarnos, cuando ante este gran avismo deberíamos ser más optimistas y pensar en la suerte que hemos tenido en vivir donde hemos vivido, en ser familia de quien somos, en tener gente que nos quiere... no debemos caer en lo absurdo como qué felices hubiéramos sido si... No, eso no existe. Somos quienes somos por nacer donde y como hemos nacido, somos quienes somos por cometer errores y por solucionar problemas, somos quienes somos por tomar distintos caminos... Y hemos sido quienes hemos sido por poder apreciar antes de morir todo lo que tenemos al rededor. La vida se puede ir acabando... y estar también cerca de la muerte nos enseña valores que estando cerca de la vida no podemos ver. Repasamos los mejores momentos y solo tenemos palabras de agradecimiento. Aún sabiendo que naciendo en otro lugar remoto la muerte no nos esperaría tan cerca, sabemos que mejor no hemos podido vivir. Gracias, gracias y gracias.

martes, 18 de agosto de 2009

La vida...


Nacemos, nacemos con nuestras virtudes y nuestros defectos. Muy bonitos los primeros dientes, los primeros pasos, las primeras palabras e incluso los primeros errores. Éramos felices, felices porque todos nuestros problemas se basaban en no encontrarnos con esa tía abuela porque nos pincha cuando nos besa. Nos daban fuerzas esos juegos por las tardes, esos saltos en la comba y esos chistes de Jaimito. No teníamos preocupaciones internas como las que vamos obteniendo a medida que pasa el tiempo.


Y hacernos cada día más mayores y cada día más sabios, más llenos de experiencia. Era bonito cometer errores, claro que los errores se limitaban a comerte las uñas delante de tus padres. Ahora nos equivocamos y duele. Nos duele ver que no hemos aprendido nada, que seguimos cayendo en los mismos fallos, haciéndoles daño a los que nos importan y sobre todo a nosotros. Por eso, replantearte si crecer es beneficioso, sólo por recordar que antes eras feliz, nos hace más débiles. ¿Es que no aprenderemos nunca? Puedo meter la pata con lo mismo mil y una vez, y sin embargo, seguir intentando cambiar.


Conocer gente, diversión, risas y charlas nocturnas. Por otro lado nostalgia, depepción, desamparo y soledad. Una parte llena de amor, amistad, libertad e independencia, por otro tristeza, pesadillas, amargura e impotencia.
Qué felices nos crea la vida y cómo acabamos con ese sentimiento divino. El sacrificio hacia la superación poco a poco se agota. Una vez vacío el frasco, quedarse de brazos cruzados y ver qué pasa.


Siento si alguna ocasión mis errores hayan causado dolor o sentimiento de rabia. Siento haber crecido como soy, siento haber aprendido tan tarde y siento saber que en estos momentos no hay tantas fuentes de energía como esperaba, tantos receptores como aparecían en la lista...