Quizá sea porque jugamos a ser niños otra vez; porque con nosotros está Júpiter alineado; porque quizá somos de la misma manera diferente... Yo creo que es porque consigues que yo consiga todo, porque hago que te olvides de tus malos días incluso de problemas. Creo que soñamos cómo sería todo esto de la manera en la que nosotros lo controláramos. Éste es mi juego. Atrévete tú también a sentirte Especial.

jueves, 19 de enero de 2012

Volviéndome cursi.

Me da igual si mañana gritan al cielo que estamos equivocados. Todo esto hace que me sienta más natural que incluso cuando hablo conmigo mismo. Porque ni siquiera me da vergüenza hablar en alto ni llegar a pensar ciertas cosas que pueden llegar a tomarse como poco éticas. Me gusta tragarme el humo de tus cigarrillos porque saben a diversión, saben a confianza, apoyo, lucha y esperanza. Me gusta besar cada parte de tu espalda porque sé que algún día me ayudarás a matar los putos ratos que me han hecho alguna vez arrepentirme de la vida. Nunca más volveré a maldecir la muerte o los caprichos de las manivelas del reloj que hacen que mi suerte caiga de canto. Prometo ser yo mismo incluso cuando mienta para decirte que nunca te he querido. La verdad es que me encantaría poder darte la mano en los momentos más difíciles de esta Guerra Fría, porque cada batalla te aleja más de una especie de ventana que te lleva al sol. Deja que siga siendo tu Pepito Grillo para que tú puedas seguir siendo mi ángel de la guarda. Deja que te acaricie despacio y haga rastas con cada uno de los mechones de tu pelo. Deja que rice los poros de tu piel y que acaricie todo tu contorno. Nunca unos 45 cm habían estado tan bien aprovechados.

lunes, 16 de enero de 2012

Todos estamos ciegos.


Siento no seguir luchando por todo el mundo, pero empiezo a estar exageradamente cansado de aquéllos que se quejan sin motivo. El dolor y el sufrimiento es inmesurable y por ello no tenemos que competir por quién es mejor. Mucha gente habla con la boca llena de que la vida está repleta de injusticias, pero luego las ganas de pegarle una patada al mundo del más necesitado se ausentan por lo que creemos que un día nos sacara de la pobreza. El mercado de personas cada día está más avanzado y con ello nuestras ganas de luchar por una vida más famosa en cierto modo. Nunca se sabe adonde podremos llegar a parar en todos los años que nos quedan de biografía, solamente intentamos destacar por nuestras supuestas virtudes para no sentirnos rechazados por una sociedad que en realidad nos da igual. Porque no lloras si te preocupasen todos los que hoy en día duermen bajo unos malditos cartones; o quienes no tienen de comer simplemente porque el gobierno les ha quitado el derecho a ser felices. Nadie paga miles de euros en embellecerse por fuera si les afectara que cada vez que pestañeamos sucede una violación, un asesinato o un suicidio. Definitivamente nadie se quejaría si le concerniera que una persona que tiene delante se muriera por culpa del puto peligro que tiene la doctora muerte.

Todos tenemos derecho a quejarnos. Pero nadie tiene derecho a sentirse el más desgraciado cuando alguien puede dejar un vacío inolvidable porque el detestable equivalente a Dios quiera pasar un buen rato matando al azar.

viernes, 6 de enero de 2012

Cadenas oxidadas.


El ser humano está acostumbrado a acostumbrarse; a hacer de cada detalle de su día pura rutina; a no apreciar todo lo que consigue entre semana para disfrutarlo los fines de semana. Y cuando llega un día en que la rutina que no apreciabas la pierdes, te das cuenta de que era algo más que pura sistematización. Porque me encantan los días que saben al de ayer, porque sé que si son iguales serán geniales. Me gusta sentarme y saber que pasará simplemente porque ayer pasó, mañana pasará y espero que durante mucho tiempo pase. Muchas veces me gustaría grabarte para ver tu mirada cada vez que me apeteciera. Porque que la rutina acabe no quiere decir que lo que me depara sea peor. Tengo la suficiente confianza en que si esto empieza bien siempre puede acabar ahí arriba, en el infinito, hasta que las ganas de tirarme de cabeza no vuelvan a congelarse.