Quizá sea porque jugamos a ser niños otra vez; porque con nosotros está Júpiter alineado; porque quizá somos de la misma manera diferente... Yo creo que es porque consigues que yo consiga todo, porque hago que te olvides de tus malos días incluso de problemas. Creo que soñamos cómo sería todo esto de la manera en la que nosotros lo controláramos. Éste es mi juego. Atrévete tú también a sentirte Especial.

lunes, 15 de febrero de 2010

Visita inesperada.

Aún no sé explicar exactamente cómo pudo ocurrir. Iba camino a mi cuarto cuando sentí escalofríos y mis brazos en carne de gallina. Un ademán de temblor se acercó hasta mis labios, mandando así una señal a mis piernas. Cuando me quise dar cuenta era incapaz de dar un sólo paso adelante. Mi cuerpo se heló, mientras, de mi boca una nube difuminada se abría paso delante de mí. Y de repente, mis piernas pudieron actuar por sí solas, dejando mis manos libres para poder abrazarme. Así, intenté entrar en temperatura estable, batiendo mis brazos contra mi piel. Pude sentir el bello de mis extremidades más intranquilo que nunca, y fue en ese momento cuando mis piernas se pararon, pero esta vez, voluntariamente. El frío que invadía mi cuerpo empezó a transformarse en temor hasta tal punto que ya no sabía qué hacía yo camino a mi habitación. Sólo fui capaz de entrar de lado y asomar un único perfil por la puerta. Fue suficiente para verla, allí tumbada, encima de mi cama, vestida de luto, armada de una doladera, imponente como la había imaginado. Pude advertirme que estaba dormida y, para mi suerte, tuve suficiente tiempo para poder otra vez replantearme la entrada. Poco a poco volví al cuajado pasillo y llegué sin problemas y muy cuidadosamente a la puerta de salida. Una vez fuera de casa, en mi mente sólo cabía la palabra “huir”, huir de ella fuera como fuera. Pero antes de cruzarme con las primeras brisas de aire en el exterior, se me apareció delante de mí, y allí la vi, frente a frente. Mi cara marcó expresión de horror y de triste impotencia. Y allí, en ese instante, fui capaz de verle la cara. No tuve tiempo ni de exhalar un suspiro. Mis días habían llegado a su fin de una forma impredecible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario