Quizá sea porque jugamos a ser niños otra vez; porque con nosotros está Júpiter alineado; porque quizá somos de la misma manera diferente... Yo creo que es porque consigues que yo consiga todo, porque hago que te olvides de tus malos días incluso de problemas. Creo que soñamos cómo sería todo esto de la manera en la que nosotros lo controláramos. Éste es mi juego. Atrévete tú también a sentirte Especial.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Espíritu en llamas.

Se ha asomado a la ventana y ha podido contemplar que ya no queda nada por hacer. Que los niños se han tomado el día libre para merodear por la calle; que las obras se han parado de repente; que la música de la discoteca de abajo ya no retumba hasta partir su paciencia en pedazos; ningún grupo de amigos sale a charlar y a compartir un paseo juntos. Y sin embargo, aun con esta calma extrema, no se duerme. Lleva algo dándole vueltas a la cabeza un largo trecho. Todavía no se ha dado cuenta de que pensar demasiado puede hacer herir al que menos lo merezca, así como también a él mismo. Ha notado seca la boca, se ha levantado y piensa ir a cubrir sus necesidades. Sus pies descalzos no hacían buenas migas con el hedor del suelo de su habitación. Sus manos cansadas no podían recorrer trocito a trocito la pared del camino que le llevaba a su destino. Su espalda mojada en sudor no hacía más que recordarle que últimamente no variaban mucho sus pesadillas. Un día quiso probar si la vida lo necesitaba, por eso intentó balancearse desde la ventana de aquel viejo edificio, para escuchar la voz que le impidiera seguir con tal locura. Desde entonces no dejaba de tener una y otra vez la misma pesadilla, esa pesadilla que aunque se la supiera de memoria, aunque fuera capaz de describir uno a uno los detalles de cada elemento que aparecen, sigue dá

ndole miedo, de tal manera que su corazón no veía la hora de dejar de asustarse. Y aquel día fue algo rutinario dentro de algo completamente inusual. Había perdido su peluche favorito por entre las sábanas, no encontraba el modo de poder levantarse sin que su madre pudiera despertarse, y no obstante, pudo ir hacia allí combinando pasos sonámbulos con pisadas de un silencioso gato. Ha cogido un vaso de agua y vuelve a asomarse a la calle. Esta vez ha visto cómo unos pájaros dormían encima del tejado de su vecino; ha observado su vida frente a frente, recorriendo en su cabeza cada uno de los días que le mereció la pena vivir desde aquel día en que intentó quitarse del medio. Sus párpados vacilaban a la hora de estar abiertos y su boca empezó a emitir suspiros que enviaban alientos cansados y fríos. Y entonces sucedió: cobraron cobertura cada uno de los motivos que le habían hecho sentirse derrotado. Mil negros momentos se presentaron en su imaginación, cada sonrisa de las imágenes le parecía diabólica, volvió a imaginar cómo una a una iban volando las hojas de su antiguo diario y comprendió que todo lo que había vivido había quedado en el olvido – no solo en el de la gente que lo rodeaba, sino que él mismo también lo había olvidado, hasta tal punto de no encontrarse como persona. Y es ahí cuando con todo su onírica bravura pudo poner su cuerpo al otro lado de su espejismo. Ya no sentía ni que pudiera o quisiera agarrarse fuerte a su camino y echó mano de sus rotas ilusiones para expresar a modo de silencio lo que él pedía por vida. Al fin, sus ojos se vieron ennublecidos por el viento que cortaba su cutis, empezaron a empaparse como si fueran a ver el cercano futuro que él estaba por presenciar en primera persona, pudo ver pasar uno y más momentos que le habrían podido servir para realmente saber que había merecido la pena haber nacido, entonces asomó por su cara una leve sonrisa irónica que le trataba a patadas al dueño de su rostro ya que le dieron ganas de volar, pero ya era tarde. Pudo incluso oír el momento en el que sus llantos dijeron basta y sentenció así una vida que no supo aprovechar.

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